miércoles, 25 de mayo de 2011

El apego a las cosas

Todos guardamos cosas pero hay personas que como yo, lo hacemos de forma patológica porque nos dan seguridad.

A muchos nos cuesta tirar cosas por su significado, no podemos tirar libros, cartas, fotografías, estampitas, regalos y todos esos objetos que todos vamos acumulando porque nos da no se qué despredernos de ellos. Pero otros guardamos todos lo demás, aunque no tenga significado, salvo la probabilidad remota de necesitarlo algún día.

El apego es la resistencia al cambio y la no aceptación de que todo termina algún día.

Los objetos nos atan y se convierten en pesados lastres, son anclas que no nos dejan asomar la cabeza para ver el horizonte.

Es verdad que las cosas nos dan seguridad, pero cuando las cosas nos importan tanto, nos convertimos en sus prisioneros y perdemos la libertad.

Deberíamos pensar en SER y no en TENER, y en dar prioridad a las PERSONAS frente a las COSAS.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Hoy me siento triste


Esta imagen la he bajado de http://www.torange.biz/


Hoy me siento triste porque a un compañero de residencia lo han trasladado al módulo cerrado de la residencia CEEM donde residimos porque se quería escapar de aquí aún teniendo un auto judicial de internamiento involuntario.

Resulta que lo tenía todo preparado para irse a Francia, incluso había sacado ya toda su ropa a casa de un amigo del pueblo algo que me han comentado hoy. Él es artista fallero y pensaba ganarse la vida en Paris pintando en las calles.

Delirios. Llevaba un año y medio dándole vueltas al asunto y me lo había comentado al principio de esta locura, yo había intentando hacerle ver que era imposible que así pudiera ganarse la vida pero él no era capaz de ver la realidad. Incluso le pidió a su familia una maleta grande, y yo les avisé de los planes que tenía pero no creía que fuera a llegar tan lejos, pensaba que eran fantasías y lo dejé por imposible.

Hoy me siento triste porque no ha llegado a comprender lo que hacemos en el CEEM: Rehabilitarnos.
Él tiene trastorno bipolar y además es alcohólico, y no ha entendido que aquí están para ayudarnos, no para hundirnos. ¿Qué iba a hacer él sólo por ahí por las calles y sin tomarse la medicación y bebiendo? Fácilmente le hubieran podido dar un navajazo para robarle y aparecer muerto tirado en medio de una carretera.

No ha entendido que desde aquí pueden ayudarnos a estabilizar nuestras enfermedades y poder llegar a llevar una vida lo más normalizada posible, y ese momento llega cuando llega, cuando es factible, no cuando nosotros queremos, hay que ser realistas. Por ejemplo él, podría haber buscado la forma de pintar aquí o acudir algún día a la semana a algún taller de pintura al pueblo de al lado. Pero lamentablemente se sentía prisionero, y no hay nadie prisionero más que de su propio ser.

Hoy me siento triste porque me temo su reacción a lo sucedido. Temo su caída en picado, su depresión... Espero que entre los profesionales del centro y mi modesta ayuda podamos entre todos ayudarle a superar este bache, como tantos que tiene la vida, y que él se deje ayudar.

Lo espero de corazón.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Salir del armario

Hace unas semanas mi hermano me recomendó que leyera un artículo del magazine de El País Semanal en el que se hacía una entrevista a la Princesa Inca, Cristina Martín, que sufre de psicosis (es bipolar, esquizoafectiva) desde hace 10 años, y un día a la semana la podemos oír por radio en la cadena SER con Gemma Nierga y ahora ha escrito un libro de poesía "La mujer precipicio".

El artículo es muy interesante y revela a esta persona que nos pone voz a los enfermos mentales, pero lo curioso es que a la semana siguiente se publica en cartas al director en el mismo magazine una carta de una enferma mental con crisis psicóticas desde hace 21 años y que sólo se lo había dicho a su familiares y amigos más allegados y que mediante el artículo hace pública su enfermedad. Dice que durante todos esos años ha estado contando verdades a medias, ha puesto excusas, ha disimulado, todo para ocultar una verdad innombrable que causa miedo a los demás,"tengo una enfermedad mental".

Dice que ya conocía a la Princesa Inca de escucharla en la radio, y que admiraba lo que ella y sus compañeros hacían porque el terrible tabú de la locura dejara de serlo, pero que a pesar de que todo iba saliendo del armario como la homosexualidad, el cáncer, el alzhéimer, la violencia de género, la fibromialgia... ella sentía que su secreto tenía que seguir escondido.

Dice que si no hubiera leído el artículo sobre la Princesa Inca en la revista, jamás se hubiera atrevido a decir en público que tiene esta enfermedad. Y dice que quiere contarlo porque es la verdad y no quiere seguir ocultándola porque no es una apestada. Que peor que las crisis psicóticas ha sido el miedo que la ha paralizado y atenazado durante años.

Yo creo que es la verdad de una valiente, porque yo todavía sigo sintiendo que mi secreto debe estar guardado porque la sociedad es muy cruel y no tiene los conocimientos suficientes para entendernos.

En un comentario mío anterior defendía que los primeros que teníamos que luchar para romper el tabú de las enfermedades mentales éramos los propios enfermos mentales y los familiares, pero esto es difícil cuando los primeros que sentimos prejuicios somos nosotros mismos. Yo misma cuando estoy con mi familia o amigos, sin que nadie me diga nada, yo me siento un poco bicho raro. Deberíamos tomar ejemplo de esta valiente y tomar fuerza y carrerilla y hacerlo público, nos quitaríamos un peso de encima y podríamos caminar por la vida sin verdades a medias, con la cabeza bien alta porque en realidad no tenemos de qué escondernos, lo que pasa es que una cosa es escribirlo y otra ponerlo en práctica. Todo se andará.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Tratando de fomentar la autonomía

Sí, eso, tratando, porque escribir es muy fácil pero ponerlo luego en práctica, tela....

Digo lo de tratando de fomentar la autonomía porque ayer como todos los martes, me fuí yo sola desde la residencia CEEM donde resido a Valencia (que está a unos 50 kilómetros) a la terapia psicológica privada que sigo en la capital.

Antes venía todos los martes a recogerme mi padre, lo cual era mucho esfuerzo para él porque tenía que hacer 4 viajes, ya que de regreso me tiene que traer él a la fuerza porque a la hora en que salgo de la psicoterapia, ya no hay autobuses de regreso a la residencia, hay muy mala combinación. Esto venía siendo ya una carga para el pobre hombre, y era algo a lo que yo ya me había acomodado, así que mi psicoterapeuta me aconsejó que no estaría mal que fuera más independiente y que demostrara esa autonomía que tanto reclamaba.

Así que desde hace ya bastante tiempo me voy yo sola, con gran esfuerzo por mi parte aunque parezca una tontería, desde la residencia en autobús a la estación de tren, allí cojo el tren hasta Valencia, y luego el autobús hasta la consulta de mi psicoterapeuta, y después, vuelta a coger el autobús para ir a casa de mis padres para que me puedan volver a traer a la residencia CEEM en coche.

Me supone gran esfuerzo porque normalmente suelo irme a primera hora de la mañana aunque la terapia la tenga por la tarde para aprovechar y hacer compras en Valencia. Así por ejemplo, ayer me levanté a las 6 y media de la mañana para poder coger a tiempo el autobús que pasa un poco antes de las 8 y media de la mañana y no perderlo, porque de lo contrario pierdo el tren y me tengo que esperar al siguiente. Así que a las 10 de la mañana ya estaba en el barrio de casa de mis padres, y suelo llegar a la residencia sobre las 21.00 hrs.de la noche, con lo cual llego rendida.

Tengo que reconocer que para hacer las compras que tenía que hacer aún pedí a mi madre que me acompañara para que me aconsejara. Es un aspecto importante que tengo que mejorar para llegar a ser más independiente. Al fin y al cabo, acabo haciendo lo que yo quiero, porque por ejemplo, el día anterior tengo que reconocer que también le pregunté a mi madre si me abrigaba o no, si cogía el paraguas o no....a lo que me dijo que no, y yo menos mal que me ví el pronóstico del tiempo en televisión y aunque por la mañana anunciaba sol y calor, por la tarde pronosticaba lluvias con truenos, así que cogí mi chaqueta y mi paraguas.

Al terminar las compras, me fuí a comer a casa de unos tíos míos, y mi madre me dijo que le diera la chaqueta y el paraguas para no ir tan cargada porque no lo iba a necesitar ya que no iba a llover, y le dije que no. Bendita la hora, porque estando en casa de mis tíos se formó una tormenta con truenos incluídos. Ahí supe ser independiente y tomar mi propia decisión.

Pero por otro lado, no supe serlo del todo, pues llamé corriendo a mi padre para que me acercara en coche a la consulta de la psicoterapeuta y no tener que ir el autobús mojándome, a lo que se negó en rotundo, algo que aplaudió muy mucho por parte de mi padre mi psicoterapeuta cuando se lo comenté porque el tener que coger sola el autobús lloviendo para ir a su consulta y luego tener que cogerlo otra vez para volver a casa de mis padres me estaba ayudando a conseguir esa autonomía e independencia que tanto reclamo.

En fin, que tengo que ir limando asperezas...y esforzarme poco a poco hasta llegar a poner en práctica todo lo que escribo.