miércoles, 9 de noviembre de 2011

Pablo Pineda o la discapacidad como ejemplo de normalidad


           Pablo Pineda



Leí hace poco en un semanal una entrevista a Pablo Pineda, primer licenciado europeo con síndrome de Down (diplomado en Magisterio y licenciado en Psicopedagogía) y premio Concha de Plata al mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián en el año 2009 por su papel en la película "Yo, también" junto a la actriz Lola Dueñas, que me impactó mucho.

"Los demás me pueden poner límites, yo no", con este título tan sugerente y reivindicativo participó recientemente con la Fundación Adecco (empresa dedicada al trabajo temporal), para la que trabaja, en la I Jornada de Sensibilización sobre la diversidad y la discapacidad para un futuro mejor.

Dice que no se considera un ejemplo a seguir sino un privilegiado porque a él se le han abierto puertas que a ningún discapacitado se le abren. Reconoce lo afortunado que es. Y que ese privilegio se lo debe a la película que protagonizó, que hacerla fue todo un privilegio, y mucha responsabilidad, porque debía transmitir todo lo que las personas con síndrome de Down piensan y sienten (se trata de un chico con síndrome de Down que se enamora de una chica sin ningún tipo de discapacidad). Comenta que le costó 2 años decidirse a hacerla porque tenía que exponer todos sus sentimientos y miedos, desnudarse entero, pero que desde luego, mereció la pena.

También comenta que recibió pocas críticas en el Festival de San Sebastián, pero sí alguna de que un chico con discapacidad a qué va, a ganar un premio, pero que no es una persona a la que ofendan las críticas porque, al contrario, dice que la crítica es consustancial a la discapacidad.

Según Pablo, lo que él es hoy se lo debe un cien por cien a su familia: apoyo, refugio, sostén en los momentos duros. Atentos a todo lo que hacía, árbitros muy exigentes. Que podía haber sido el más mimado por tener síndrome de Down y ser el menor de 4 hermanos, y que le mimaban pero que no le protegían, que eran un poco desalmados en ese sentido. Pero defiende esa postura y se lo agradece a su familia porque según él, esa sobreprotección es mala y perjudicial para las personas con síndrome de Down, dice que los padres creen que es lo mejor, pero que es falso, lo que te hacen ser es muy dependiente, y el problema llega cuando los padres se hacen mayores.

También dice haber sufrido la discriminación cuando en 2º de BUP no cayó en gracia a los compañeros, pero que todo eso te curte, que no todo va a ser de color de rosa. Aparte de esto dice haber tenido siempre puertas abiertas, facilidades, sobretodo a a hora de poder cursar sus 2 carreras universitarias.

Comenta que aún le quedan sueños por cumplir, como tener una familia, una pareja, hijos, vivir independiente, algo normal cuando uno llega a los treinta y pico años. Pero que existen dificultades para encontrar pareja, el miedo al qué dirán, que si antes era difícil decirle a un padre "me he enamorado de un negro", pues qué cara va a poner si ahora le dices "tengo un novio con síndrome de Down".

Dice que el resto de dificultades que tiene en la actualidad una persona con síndrome de Down es que falta hacerse más visibles, ir a un hotel, a un restaurante, hacer lo que cualquier persona hace. Que le da coraje "¿Qué pasa, comenta, que no hay más?" Están en sus casas, con es sobreprotección a la que aludía antes. Padres sobreprotectores, sociedad que pone barreras para que no se integre social y laboralmente, que es una mezcla de todo. Empresarios que tienen miedo a contratar personas con discapacidad. Políticos que no exigen a lo empresarios que contraten a esas personas, y que todo eso hace un entorno discriminatorio.

En fin, cuando leí la entrevista, me sentí totalmente identificada. Creo que representa la situación actual de todas y cada una de las personas que sufrimos algún tipo de discapacidad, psíquica o física.

Sin palabras.

Pablo Pineda tiene síndrome de Down..., y, sin duda alguna, sentido común y talento.

Personalmente creo que Pablo, a pesar de lo que él diga, es un referente a seguir por todas las personas con algún tipo de discapacidad. Sobretodo su afán de superación.

Y deberíamos tener en cuenta siempre su lema "Los demás me pueden poner límites, yo no". Deberíamos escribirlo y colgarlo en la pared para leerlo todas las mañanas al levantarnos.

Besos. Alice.






miércoles, 26 de octubre de 2011

Intentando salir del armario

Excepto mi familia, amigos y vecinos más cercanos, nadie sabe que estoy ingresada en una residencia, por el tan temido qué dirán y por ser el TOC una enfermedad tan desconocida, como todas la enfermedades mentales, y por el miedo a que te señalen con el dedo diciendo "por ahí va la loca ésa".

Así que tanto que defiendo que debemos dar a conocer nuestra enfermedad y defenderla para que la sociedad no nos margine, yo soy la primera que la escondo.

Por eso mismo, he decidido darla a conocer. Por lo menos un primer paso.

Resulta que una de mis mejores amigas de la adolescencia del pueblo de mis padres me llamaba al móvil al principio de desaparecer del mapa (de eso hace ya 4 años) para saber qué había sido de mí y por qué no iba por el pueblo.

A mí, lo primero que se me ocurrió fue mentirle diciéndole que estaba en casa de una tía mía en otra provincia pasando una temporada, por miedo a lo que pudiera pensar de mí, y a que lo contara en el pueblo, pero los años pasaban y yo ya no tenía una justificación convincente, así que decidí no cogerle el teléfono porque no sabía qué decirle y tampoco quería mentirle.

Que ella me aprecia es cierto porque siguió insistiendo en llamarme mucho tiempo aunque yo no descolgaba el móvil. Incluso me mándaba SMS felicitándome las Navidades y Año Nuevo.

Pero hete aquí, que el destino me la puso exactamente el día 4 de Octubre de nuevo en mi camino.

Fuí ese día a la ciudad a la terapia con mi psicóloga privada, y al salir de la estación del tren, me la encuentro de sopetón. Me quedé pasmada, ella se dirigió a mí, nos besamos, y yo sólo supe contarle la misma cantinela de que vivía fuera de aquí en casa de mi tía y que había venido a cosas de papeleos, pero ella me lanzó el guante, diciéndome "cuando vengas por el pueblo, no te van a quedar amigas".

Nos despedimos aprisa pues ella perdía la cola de la taquilla, y yo me quedé dándole vueltas a la cabeza y me dí cuenta de que estaba perdiendo a una de mis mejores amigas.

Así que ni corta ni perezosa, la llamé al día siguiente con la intención de quedar con ella y explicarle mi verdadera situación. Me da reparo porque en los pueblos todo el mundo se entera de todo, y la gente no está preparada para entender una enfermedad mental. Espero no acabar siendo "la loca del pueblo", pero voy a correr ese riesgo, porque padecer un TOC no significa que tenga que esconderme, yo no he hecho nada malo, y no va a impedir que yo conserve a mis amistades. Y si es amiga de verdad como yo lo pienso, me entenderá.

De momento no hemos podido quedar porque trabaja y las dos hemos de desplazarnos a la ciudad, pero tengo unas ganas locas (valga la expresión) de vomitar todo lo que guardo dentro...que no veaís.

Va a ser toda una liberación para mí y estoy deseando el encuentro.

Ya os contaré cómo me ha ido cuando la vea, que a este paso no creo que sea demasiado pronto, pero todo llegará. Por lo menos ya he dado el primer paso y me encuentro FELIZ.

Besos. Alice.

Retomando el blog

Hace mucho tiempo que no escribía en mi blog porque en la residencia de momento no tenemos internet, aunque se está tratando de solucionar, pero ayer estuve en la ciudad y entré en un locutorio, y mira tú por dónde, tenía un comentario que me abrumó.

Una persona que ha entrado en mi blog por casualidad, a la que le han diagnosticado TOC hace 2 meses pero dice padecerlo desde hace mucho tiempo, dice que es lo más parecido a un abismo y que no sabe si podrá algún día poder hablar de él en pasado y reirse de estos momentos, y me dejó sin palabras cuando leí que podía estar horas leyéndome sin cansarse y que me admiraba¡¡¡

Eso ha hecho que hoy me decida a venir a la biblioteca del pueblo adonde vienen mis compañeros todos los miércoles donde hay internet, a intentar retomar el blog que se quedó paralizado hace ya meses cuando por fuerza mayor nos quedamos sin acceso a internet en la residencia, y eso te lo debo a ti "Anónimo", gracias por volver a motivarme, creo que me has ayudado más tú a mí que yo a ti. De nuevo, GRACIAS, MUCHAS GRACIAS.

Lo que ocurre es que yo necesito mucho silencio para concentrarme en escribir, y aquí los compis no paran de poner música en los ordenadores, y solo disponemos de 1 hora escasa, pero trataré de hacerlo lo mejor que pueda.

En primer lugar, decir que no me siento merecedora de admiración, yo humíldemente cuento mi realidad dirigida a personas que están pasando por mi misma enfermedad y se sientan identificadas con lo que escribo, por un lado para que vean que no están solas en el universo ni que son bicho raros, sino que el TOC es una enfermedad más frecuente de lo que pueda parecer, y por otro lado, bienvenido sea si puedo ayudarles a sacar algo en positivo de mis reflexiones y experiencias que les ayude a salir de ese abismo del que habla "Anónimo".

Por otro lado, escribo para que las personas que no padecen, ni siquiera saben lo que es un TOC, tomen conciencia de esta enfermedad, nos comprendan un poco mejor y que no nos tomen por "bichos raros". En fín, que la sociedad nos acepte como personas normales con una enfermedad como cualquier otra.

Y en tercer lugar, escribo porque a pesar de padecer TOC desde hace muchísimos años, NUNCA he tirado la toalla de poder recuperarme. NUNCA. Y mirad que lo he pasado, y lo sigo pasando mal, pero tengo la firme convicción de que con la ayuda de los profesionales adecuados y poniendo MUCHO, pero que MUCHO de mi parte, a pesar de que soy consciente de que el TOC es crónico, pues a pesar de eso, creo fírmemente en la posibilidad de poder llevar una vida lo más normalizada posible, pues también soy consciente de que en la calle hay mucha gente con TOC, que lo han podido estabilizar y llevan una vida normal y corriente. ¿Por qué yo habría de ser menos? Por eso lucho día a día (aunque hay que admitir que unos más que otros, dependiendo del estado de ánimo) por conseguirlo, si no, ya haría muchos años que lo hubiera dado todo por perdido y no estaría haciendo los esfuerzos que hago día a día como ya he dicho. Dicen que Roma no se conquistó en un día.

Lo que está claro es que nosotros mismos tenemos que poner todo y más de nuestra parte, aparte de la ayuda psiquiátrica y psicólogica, para vencer al MONSTRUO como yo lo llamo. En última instancia, TODO DEPENDE DE NOSOTROS MISMOS. ¡Así que, manos a la obra! Ánimo muchach@s.

NOS DEBEMOS LA OPORTUNIDAD A NOSOTROS MISMOS DE SER FELICES.

Besos. Alice.

viernes, 17 de junio de 2011

Los ansiolíticos y yo

Últimamente llevo unas semanas en que me despierto con sobresalto y ansiedad, y no hago más que acurrucarme en la cama y mover la pierna, contando 1, 2, 3,  1, 2, 3... repititivamente. Normalmente me tomo el diazepan de rigor y 1 hora aproximadamente de sueño sin sufrir, pero cuando me despierto, sigue la agonía, no he adelantado nada.

Esto me pasa normalmente cuando tengo problemas (un problema para mí, puede ser un granito de arena), cosas en mi cabeza a las que no paro de darle vueltas, y supongo que por la noche el cerebro no deja de trabajar y me despierto ya nerviosa, y los ansiolíticos ayudan pero no son la panacea porque no resuelven el problema, aunque reconozco que cuando estoy tan ansiosa, sufriendo tanto que no puedo soportarlo, el ansiolítico me ayuda a mitigar el sufrimiento.

Hay momentos en que es de gran ayuda la toma de ansiolíticos, sin el diazepan que me dan cuando me da un ataque de ansiedad, yo no sé qué haría, pero creo que no todo debe pararse ahí, sino que tenemos que trabajar para controlar nosotros mismos la ansiedad, y en ello tiene mucho que ver como dice la psicóloga y coordinadora de la residencia CEEM, la forma en que nos hablamos a nosotros mismos.

Debemos aprender a controlar nuestra forma de pensar, los mensajes que lanzamos a nuestro cerebro, porque ello supondrá que nos pongamos más ansiosos o nos tranquilicemos, es algo muy importante porque así podremos usar la medicación solamente en casos extremos, ya que soy de las personas que opinan que tampoco es bueno abusar de la medicación porque el cuerpo se va acostumbrando a ella y cada vez necesita más y más dósis, y si con el pensamiento podemos controlar la ansiedad en este caso, ¿para qué abusar de substancias externas a nuestro organismo? Aunque como digo, hay ocasiones en que no se puede prescindir de ellas porque no vamos a sufrir por sufrir ¿no? digo yo.

Ojalá pudiéramos alcanzar todos la paz interior que transmiste esta fotografía¡¡¡

jueves, 9 de junio de 2011

Cosas de la autonomía y no atreverme a salir del armario todavía

El domingo pasado me invitó mi cuñada a su casa en Valencia para celebrar su cumpleaños y decidí ir. Resulta que mi hermano se comprometía a traerme de vuelta a las 20.00 hrs. a cenar si yo iba sola desde la residencia CEEM hasta Valencia, a unos 50 kilómetros, y solamente porque no había combinación de vuelta, para que fomentara mi autonomía. Así que, me tuve que hacer el ánimo y madrugar para estar en la parada del autobús 1 hora antes porque los domingos solamente pasa uno por la mañana y va a la playa a Cullera, la parada se llena, se pide turno y encima viene lleno de gente, y cuando se llena, debes esperar a que pongan otro detrás, y no quería perder el tren en Cullera.

Resulta que el autobús tenía que pasar a las 10.45 hrs.pero no llegó hasta las 11.00 hrs.y todo para que el conductor me dijera que va a Cullera pero que aunque la primera parada que tiene es la estación de la RENFE (donde yo iba), iba a ir primero a todas las paradas de la playa porque toda la gente del autobús iba alli, y solamente otro chico y yo íbamos a la RENFE. Le dije que iba a perder el tren, me preguntó que a qué hora pasaba y le dije que a las 11.17 hrs. Me suelta "sin problemas" y a la marcha.

Pues después del recorrido turístico por toda Cullera, llego por fin a la RENFE, todo para que mientras estoy sacando el billete del tren en la maquinita de rigor, el chico que ha bajado del autobús conmigo que es sudamericano y no se aclara, me pida ayuda, a mí a pesar de ir con el tiempo justo, me sabe mal y le ayudo a sacar su billete en la dichosa maquinita. Todo ello, para que al salir al andén le viéramos los dos el culo al tren ¡acababa de pasar justamente en ese momento! Y para más inri, los domingos en vez de cada media hora, el tren a Valencia pasa cada hora, así que ¡una hora de reloj esperando el próximo tren! Cogí un cabreo de tres pares de narices con el dichoso conductor del autobús..., hasta al día siguiente llamé a la central para ver si lo que había hecho era normal, y claro, ¡qué me van a decir!, pues que sí.

Cuando finalmente llego a Valencia, tengo que coger el autobús urbano, que como es domingo, también tarda mucho en pasar, para llegar a casa de mi hermano y de mi cuñada a las 13.45 hrs.¡justo 4 horas después de salir de la residencia CEEM a las 9.45 hrs.!

Al comentar a mi hermano, a mi cuñada, a su hermano y su mujer, y a los amigos de mi cuñada que había tardado 4 horas en llegar, encima cachondeo (sin mala intención) y me sueltan que si he ido andando.

Toma autonomía. Si pasé casi más tiempo de viaje que en casa de mi hermano y mi cuñada¡¡¡

Bueno, el cumpleaños muy bien, y vi a mis dos "pelaillas" de sobrinetes que tengo que hacía tiempo que no los veía, aunque ellos a lo suyo, con la Nintendo y esas "cosas".

Lo que pasó es que a colación de decir que había llegado desde un pueblo de al lado de Cullera, los amigos de mi cuñada me preguntaron "¿Y cómo es que vives alli?", y yo me quedo pensando...ahora digo que estoy en una residencia "psiquiátrica" porque tengo una enfermedad "mental" y que se trata de un "trastorno obsesivo compulsivo", y prepárate a contestar "¿Y eso qué es?"....como que no me salió salir del armario, me quedé paralizada y traté de desviar la conversación. Luego me dió rabia de no haber sido capaz de ser valiente y haber salido del armario con gente que por lo menos ni me conoce¡¡¡ Si lo tenía a punto de caramelo¡¡¡ Me arrepentí, pero por lo menos me sirve para tenerlo en cuenta la próxima ocasión, a ver si le echo más valor al asunto y lo consigo.

Saludos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

El apego a las cosas

Todos guardamos cosas pero hay personas que como yo, lo hacemos de forma patológica porque nos dan seguridad.

A muchos nos cuesta tirar cosas por su significado, no podemos tirar libros, cartas, fotografías, estampitas, regalos y todos esos objetos que todos vamos acumulando porque nos da no se qué despredernos de ellos. Pero otros guardamos todos lo demás, aunque no tenga significado, salvo la probabilidad remota de necesitarlo algún día.

El apego es la resistencia al cambio y la no aceptación de que todo termina algún día.

Los objetos nos atan y se convierten en pesados lastres, son anclas que no nos dejan asomar la cabeza para ver el horizonte.

Es verdad que las cosas nos dan seguridad, pero cuando las cosas nos importan tanto, nos convertimos en sus prisioneros y perdemos la libertad.

Deberíamos pensar en SER y no en TENER, y en dar prioridad a las PERSONAS frente a las COSAS.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Hoy me siento triste


Esta imagen la he bajado de http://www.torange.biz/


Hoy me siento triste porque a un compañero de residencia lo han trasladado al módulo cerrado de la residencia CEEM donde residimos porque se quería escapar de aquí aún teniendo un auto judicial de internamiento involuntario.

Resulta que lo tenía todo preparado para irse a Francia, incluso había sacado ya toda su ropa a casa de un amigo del pueblo algo que me han comentado hoy. Él es artista fallero y pensaba ganarse la vida en Paris pintando en las calles.

Delirios. Llevaba un año y medio dándole vueltas al asunto y me lo había comentado al principio de esta locura, yo había intentando hacerle ver que era imposible que así pudiera ganarse la vida pero él no era capaz de ver la realidad. Incluso le pidió a su familia una maleta grande, y yo les avisé de los planes que tenía pero no creía que fuera a llegar tan lejos, pensaba que eran fantasías y lo dejé por imposible.

Hoy me siento triste porque no ha llegado a comprender lo que hacemos en el CEEM: Rehabilitarnos.
Él tiene trastorno bipolar y además es alcohólico, y no ha entendido que aquí están para ayudarnos, no para hundirnos. ¿Qué iba a hacer él sólo por ahí por las calles y sin tomarse la medicación y bebiendo? Fácilmente le hubieran podido dar un navajazo para robarle y aparecer muerto tirado en medio de una carretera.

No ha entendido que desde aquí pueden ayudarnos a estabilizar nuestras enfermedades y poder llegar a llevar una vida lo más normalizada posible, y ese momento llega cuando llega, cuando es factible, no cuando nosotros queremos, hay que ser realistas. Por ejemplo él, podría haber buscado la forma de pintar aquí o acudir algún día a la semana a algún taller de pintura al pueblo de al lado. Pero lamentablemente se sentía prisionero, y no hay nadie prisionero más que de su propio ser.

Hoy me siento triste porque me temo su reacción a lo sucedido. Temo su caída en picado, su depresión... Espero que entre los profesionales del centro y mi modesta ayuda podamos entre todos ayudarle a superar este bache, como tantos que tiene la vida, y que él se deje ayudar.

Lo espero de corazón.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Salir del armario

Hace unas semanas mi hermano me recomendó que leyera un artículo del magazine de El País Semanal en el que se hacía una entrevista a la Princesa Inca, Cristina Martín, que sufre de psicosis (es bipolar, esquizoafectiva) desde hace 10 años, y un día a la semana la podemos oír por radio en la cadena SER con Gemma Nierga y ahora ha escrito un libro de poesía "La mujer precipicio".

El artículo es muy interesante y revela a esta persona que nos pone voz a los enfermos mentales, pero lo curioso es que a la semana siguiente se publica en cartas al director en el mismo magazine una carta de una enferma mental con crisis psicóticas desde hace 21 años y que sólo se lo había dicho a su familiares y amigos más allegados y que mediante el artículo hace pública su enfermedad. Dice que durante todos esos años ha estado contando verdades a medias, ha puesto excusas, ha disimulado, todo para ocultar una verdad innombrable que causa miedo a los demás,"tengo una enfermedad mental".

Dice que ya conocía a la Princesa Inca de escucharla en la radio, y que admiraba lo que ella y sus compañeros hacían porque el terrible tabú de la locura dejara de serlo, pero que a pesar de que todo iba saliendo del armario como la homosexualidad, el cáncer, el alzhéimer, la violencia de género, la fibromialgia... ella sentía que su secreto tenía que seguir escondido.

Dice que si no hubiera leído el artículo sobre la Princesa Inca en la revista, jamás se hubiera atrevido a decir en público que tiene esta enfermedad. Y dice que quiere contarlo porque es la verdad y no quiere seguir ocultándola porque no es una apestada. Que peor que las crisis psicóticas ha sido el miedo que la ha paralizado y atenazado durante años.

Yo creo que es la verdad de una valiente, porque yo todavía sigo sintiendo que mi secreto debe estar guardado porque la sociedad es muy cruel y no tiene los conocimientos suficientes para entendernos.

En un comentario mío anterior defendía que los primeros que teníamos que luchar para romper el tabú de las enfermedades mentales éramos los propios enfermos mentales y los familiares, pero esto es difícil cuando los primeros que sentimos prejuicios somos nosotros mismos. Yo misma cuando estoy con mi familia o amigos, sin que nadie me diga nada, yo me siento un poco bicho raro. Deberíamos tomar ejemplo de esta valiente y tomar fuerza y carrerilla y hacerlo público, nos quitaríamos un peso de encima y podríamos caminar por la vida sin verdades a medias, con la cabeza bien alta porque en realidad no tenemos de qué escondernos, lo que pasa es que una cosa es escribirlo y otra ponerlo en práctica. Todo se andará.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Tratando de fomentar la autonomía

Sí, eso, tratando, porque escribir es muy fácil pero ponerlo luego en práctica, tela....

Digo lo de tratando de fomentar la autonomía porque ayer como todos los martes, me fuí yo sola desde la residencia CEEM donde resido a Valencia (que está a unos 50 kilómetros) a la terapia psicológica privada que sigo en la capital.

Antes venía todos los martes a recogerme mi padre, lo cual era mucho esfuerzo para él porque tenía que hacer 4 viajes, ya que de regreso me tiene que traer él a la fuerza porque a la hora en que salgo de la psicoterapia, ya no hay autobuses de regreso a la residencia, hay muy mala combinación. Esto venía siendo ya una carga para el pobre hombre, y era algo a lo que yo ya me había acomodado, así que mi psicoterapeuta me aconsejó que no estaría mal que fuera más independiente y que demostrara esa autonomía que tanto reclamaba.

Así que desde hace ya bastante tiempo me voy yo sola, con gran esfuerzo por mi parte aunque parezca una tontería, desde la residencia en autobús a la estación de tren, allí cojo el tren hasta Valencia, y luego el autobús hasta la consulta de mi psicoterapeuta, y después, vuelta a coger el autobús para ir a casa de mis padres para que me puedan volver a traer a la residencia CEEM en coche.

Me supone gran esfuerzo porque normalmente suelo irme a primera hora de la mañana aunque la terapia la tenga por la tarde para aprovechar y hacer compras en Valencia. Así por ejemplo, ayer me levanté a las 6 y media de la mañana para poder coger a tiempo el autobús que pasa un poco antes de las 8 y media de la mañana y no perderlo, porque de lo contrario pierdo el tren y me tengo que esperar al siguiente. Así que a las 10 de la mañana ya estaba en el barrio de casa de mis padres, y suelo llegar a la residencia sobre las 21.00 hrs.de la noche, con lo cual llego rendida.

Tengo que reconocer que para hacer las compras que tenía que hacer aún pedí a mi madre que me acompañara para que me aconsejara. Es un aspecto importante que tengo que mejorar para llegar a ser más independiente. Al fin y al cabo, acabo haciendo lo que yo quiero, porque por ejemplo, el día anterior tengo que reconocer que también le pregunté a mi madre si me abrigaba o no, si cogía el paraguas o no....a lo que me dijo que no, y yo menos mal que me ví el pronóstico del tiempo en televisión y aunque por la mañana anunciaba sol y calor, por la tarde pronosticaba lluvias con truenos, así que cogí mi chaqueta y mi paraguas.

Al terminar las compras, me fuí a comer a casa de unos tíos míos, y mi madre me dijo que le diera la chaqueta y el paraguas para no ir tan cargada porque no lo iba a necesitar ya que no iba a llover, y le dije que no. Bendita la hora, porque estando en casa de mis tíos se formó una tormenta con truenos incluídos. Ahí supe ser independiente y tomar mi propia decisión.

Pero por otro lado, no supe serlo del todo, pues llamé corriendo a mi padre para que me acercara en coche a la consulta de la psicoterapeuta y no tener que ir el autobús mojándome, a lo que se negó en rotundo, algo que aplaudió muy mucho por parte de mi padre mi psicoterapeuta cuando se lo comenté porque el tener que coger sola el autobús lloviendo para ir a su consulta y luego tener que cogerlo otra vez para volver a casa de mis padres me estaba ayudando a conseguir esa autonomía e independencia que tanto reclamo.

En fin, que tengo que ir limando asperezas...y esforzarme poco a poco hasta llegar a poner en práctica todo lo que escribo.

viernes, 29 de abril de 2011

La señora Ansiedad

Así la ha bautizado mi psicóloga y coordinadora de la residencia CEEM donde resido.

El trastorno obsesivo compulsivo va asociado inseparablemente a la ansiedad. Cuando tienes una obsesión, un pensamiento intruso que te domina, tienes que satisfacerla/o porque si no, te genera ansiedad. En mi caso sería tratar de tirarme algún enser al que yo le tuviera apego o le viera utilidad aunque realmente no la tuviera, la sola idea de que me tirasen ese enser me generaría una ansiedad espantosa.

Para vencerla, me dice el psiquiatra y mis psicólogas que tengo que sufrir esa ansiedad, padecerla, aprender a mantenerla, y conforme lo vaya haciendo muchas veces, la ansiedad irá disminuyendo y al final desaparecerá. Es lo que llaman terapia de exposición y prevención de respuesta, que según mi psiquiatra del CEEM está científicamente comprobado que es la única terapia eficaz en el tratamiento del TOC.

Pero según mi psicóloga y coordinadora del CEEM, tengo un cuadro de ansiedad generalizada, es decir, que la señora Ansiedad me acompaña todo el día, desgraciadamente se ha hecho mi inseparable compañera. Y también me explica que padezco de ansiedad anticipatoria, es decir, que me preocupo por hechos venideros con mucha anticipación, lo que me genera unos niveles de ansiedad irresistibles.

Es lo que ya comenté de que doy muchas vueltas a todo y me preocupo en exceso por cualquier cosa, eso me genera ansiedad, y ya de buena mañana me despierto con ella, no sé describirla muy bien, sólo sé que se me encoge el estómago, siento un nudo en él, tengo un desquicio que me mata, me subiría por las paredes, no puedo resistir ese estado, me incapacita totalmente y no puedo ni salir de la cama, me refugio en ella moviendo un pie y contando 1, 2, 3 repetidamente. Es horrible. Tienes que pasarlo para comprenderlo.

En la película "Una mente maravillosa" basada en hechos reales, un científico matemático que es un genio, John Nash, sufre de esquizofrenia y tiene alucinaciones, pero es capaz un día de despedirse de las tres personas que veía, una por una, diciéndoles que seguirá viéndolas pero que les dice adiós porque nunca jamás les va a hacer ya ningún caso, así consigue seguir sus estudios y teorías, lo que le permite obtener el premio Nobel años más tarde.

Ojalá pueda yo algún día despedirme también de la señora Ansiedad. Por el momento me está haciendo la vida imposible, pero el poder de despedirme de ella tan sólo está en mi mano, como hizo John Nash.

La culpa siempre es de los demás

Hace mucho tiempo me ocurría que cuando me pasaba algo que no me gustaba o me salía algo mal, siempre le echaba la culpa a los demás, sobretodo a las personas que me habían ayudado a tomar una decisión (que solían ser mis padres) y luego me salía mal, luego les reprochaba que me hubieran aconsejado tomar esa decisión.

En general, siempre que me salía algo mal, siempre tenían culpa los demás. Siempre. Aunque no tuviera que ver con una decisión anterior.

Llegaba hasta tal extremo, que incluso si me manchaba, por poner un ejemplo, yo no tenía la culpa, siempre la tenían los demás.

Nunca asumía mis propios errores, y siempre culpabilizaba a los demás de las consecuencias de las decisiones que tomaba cuando salían mal cuando me habían ayudado a tomarlas.

En primer lugar, no era capaz de tomar mis propias decisiones, y en segundo lugar me enfadaba con la persona a la que había pedido ayuda para tomar la decisión si el resultado no era de mi agrado por no saber asumir mis propios errores y las consecuencias de mis decisiones.

La culpa nunca era mía, siempre era de los demás.

Esto, afortunadamente apenas me ocurre ya, voy asumiendo poco a poco y día a día, la responsabilidad de mis propias acciones, ya no culpabilizo siempre a los demás cuando algo sale mal porque he llegado a comprender que es algo irracional.

También tiene que ver que mi familia ya no es tan cómplice conmigo a la hora de tomar decisiones, mi hermano no me aconseja en absoluto nunca por propia convicción de que es lo mejor para mí, para poder llegar a ser una persona autónoma e independiente, y aunque a mis padres me los sigo llevando al huerto en alguna ocasión porque lo sigo pasando muy mal a la hora de tomar una decisión y se apiadan de mí, ya no me aconsejan tanto, me dicen que me solucione yo sola mis problemas porque debo ser autónoma e independiente y no depender de nadie.

Creo que poco a poco lo conseguiré.

miércoles, 27 de abril de 2011

Ingreso en la residencia CEEM

Cuando ingresé en la residencia CEEM (Centro Específico de Enfermos Mentales) donde resido actualmente desde hace 4 años debido a mi enfermedad (TOC por acumulación) lo pasé muy mal, y sentía rabia e impotencia porque se me derivó desde mi hospital de referencia de forma involuntaria.

Dejé de querer ver a mis padres durante mucho tiempo porque los culpabilizaba de que no hubieran frenado mi ingreso involuntario en este centro y los odiaba.

Me llevó mucho tiempo entender, y en esto ha tenido mucho que ver la terapia de familia que realizo actualmente y desde hace ya bastante tiempo, que mis padres no eran los culpables, que yo estaba realmente mal y la situación en mi casa estaba desbordada y mis padres necesitaban ayuda.

Actualmente mi familia y yo somos como una piña y tanto mis padres como mi hermano se han volcado totalmente en ayudarme con mi enfermedad, tanto económicamente como dándome su tiempo que muchas veces no tienen, y por supuesto su esfuerzo. Los quiero mucho.

He llegado a entender que tengo una enfermedad y que a veces esto produce desbordamiento familiar, y que tengo que estar en el CEEM hasta que recupere el control sobre mi enfermedad de forma normalizada, para eso estoy aquí.

Qué duda cabe que me gustaría estar en mi casa, pero no en las circunstancias en las que estaba, cuando éstas cambien, podré volver a convivir con mi familia, para eso estoy en el CEEM, para rehabilitarme y poder llegar a conseguir sino superar, porque se trata de una enfermedad crónica, sí a controlar la enfermedad y no que ella me controle a mí, para poder llevar a cabo una vida en sociedad lo más normalizada posible.

Espero poder llegar a conseguirlo, para ello trato de esforzarme día a día, y cuento con la ayuda de mi familia, la psicoterapia familiar y por supuesto el apoyo incodicional de la residencia.

Proceso de desacumulación

Actualmente tengo que agradecer encarecidamente a mi hermano la gran ayuda que me está prestando para llevar a cabo el proceso de desacumulación que en estos momentos estoy llevando a cabo, y a la residencia CEEM donde resido el apoyo incondicional que me están dando en dicho proceso, sobre todo a la coordinadora y psicóloga del CEEM donde resido, y por supuesto a la Dirección del centro porque sin ellos no me sería posible estar llevándolo a cabo.

Resulta que durante el tiempo en que he estado ingresada en el centro he ido acumulando cosas que he ido pidiendo a mis padres que me trajeran de casa, y también cosas que he ido acumulando a lo largo del tiempo que estoy aquí que han ido cayendo en mis manos y no me he sabido desprender de ellas, bien porque les he cogido apego, bien porque pienso que las puedo necesitar en un futuro. Esto había llegado a tal punto que mi habitación de la resi estaba desbordada y había que tomar cartas en el asunto.

Se decidió que una vez por semana viniera mi hermano a ayudarme a desacumular, retirando lo que no necesitara y ordenando de manera adecuada lo que sí me quedara en la habitación porque me fuera útil, y por supuesto tirar lo que no sirviera.

Mi hermano trabaja con un horario agobiante porque siempre está haciendo horas, incluso en casa, imparte cursos, acude a reuniones, y encima se encarga de la casa y de los niños junto con mi cuñada, además es miembro de la asociación de padres del colegio de los niños y tiene que acudir a reuniones periódicas. En fin, que no es que le sobre el tiempo precisamente, aparte del día que acude a la psícoterapia familiar que realizo de forma privada, así que es pero que muy de agradecer que una vez por semana se desplace 50 kilómetros desde su casa a mi residencia para poder ayudarme en el proceso de desacumulación, que gracias a la implicación de mi hermano, la ayuda incodicional que estoy teniendo por parte del centro y mi propia implicación y constancia, está dando sus frutos.

Espero que el proceso siga en la misma línea y que por fín la habitación quede desacumulada y ordenada.
Ésta es la meta que tengo planteada actualmente en mi día a día y que espero llegar a alcanzar muy pronto.

Hasta otro día.
Saludos.

viernes, 15 de abril de 2011

Una poesía de mi cosecha


La luna ilumina mi ventana.
Tu recuerdo, vago, llega hasta mí.
Han pasado muchos años.
¿Qué será de ti?
¿Me importa acaso?
Si te viera de nuevo ¿qué haría?
Nunca lo sabré.
No creo que nos volvamos a ver.
¿Qué nos pasó?
Me dejaste.
Simplemente.
¿Simplemente?
A ti ya te habían roto el corazón.
No fue venganza. Lo sé.
Sabías lo que yo sentía.
Te dí todo mi ser.
Me quedé sola y herida.
Hundida en el fango.
Tirada en el arroyo.
Tú eso no lo querías hacer.
Por eso callaste y callaste.
Y fuí yo la que tuvo que descubrir.
Que había otra mujer.
Enfermé de amor.
No lo podía creer.
A pesar de todo.
Nunca me he arrepentido.
De nuestra historia de amor.
Siempre he llevado conmigo.
Todo lo bueno que me diste.
O que yo supe coger.
Siempre te querré.
Pero no a ti, no a ti.
Sino a aquel que fuiste una vez.


Consciencia y conciencia de la enfermedad

Yo no tenía consciencia de que tener la habitación desordenada o ir acumulando pilas de papeles por todo el suelo de mi habitación, que me traía del trabajo por no tirarlos por miedo a necesitarlos después, que es el principal problema de mi enfermedad, el tener miedo de tirar las cosas aunque en ese momento no las necesite por miedo a necesitarlas en un futuro o por cogerles apego, fuera una enfermedad. Yo simplemente lo consideraba dejadez.

Ya he comentado en ocasiones anteriores que fué la primera psicóloga a la que acudí en busca de ayuda por las depresiones que estaba sufriendo, la que quiso ir a mi casa y al abrir la puerta de mi habitación, pudo realizar un adecuado diagnóstico de mi verdadera y camuflada enfermedad: el TOC por acumulación. A partir de ese momento y gracias a mi perspicaz psicóloga, llegué a poder ser consciente de mi enfermedad y con el tiempo y con la ayuda de profesionales pude llegar a tener conciencia de la misma, es decir, comprenderla, entenderla, porque me dieron herramientas para poder tener conocimientos sobre la enfermedad, leí mucho y sobretodo hice mucha psicoterapia, hablé mucho durante las terapias que he realizado con varias psicólogas a las que he acudido a lo largo del tiempo.

Es decir, que me ha llevado mucho tiempo y trabajo tener tanto consciencia como conciencia de mi enfermedad, lo cual me ha ayudado para poder aceptarla y asumirla, pasos previos necesarios para poder superarla.


Os animo en la medida de lo posible y con ayuda de la familia y profesionales a que lleguéis a ser capaces de ser conscientes de vuestra en enfermedad y a poner todo el empeño para tener la mayor conciencia posible de la misma, llegar a comprenderla y entenderla para poder superarla. Siento reiterarme en mis palabras pero os lo aconsejo de todo corazón porque de verdad creo que es el único camino para poder superar nuestra enfermedad.

jueves, 14 de abril de 2011

Toma de decisiones

Me cuesta mucho tomar decisiones porque soy muy perfeccionista y siempre quiero elegir lo mejor.

Hace tiempo una psicóloga me dijo que lo mejor NO existía, pero yo como si siguiera sin creérmelo, tomar una decisión por pequeña que sea, es un suplicio, y lo malo que sucede es que escoja lo que escoja siempre me parece que lo que he dejado sin elegir es lo mejor, con lo cual nunca me quedo satisfecha con la elección que hago sea cual sea.

Mi padre siempre me ha dicho que la indecisión es la madre del fracaso, y creo que tiene razón.

Mis indecisiones llegan hasta tal punto que cometo "chorradas" como comprarme la misma prenda de ropa en varios colores diferentes por no saber elegir el color, ante la indecisión, elijo todo, lo cual es un gran problema a niveles más importantes. Me hace ser disfuncional.

Y muchas veces me refugio en ese maldito cordón umbilical que ya he comentado que me está costando mi trabajo cortar, y pido consejo a mis padres de qué es lo que debo hacer, elegir, etc., algo que tengo que conseguir dejar de hacer, y aprender a dejar de ser tan perfeccionista, tomando las decisiones por mí misma, sin dar tanta importancia a las cosas como se las doy porque me amargo la existencia, y asumiendo las consecuencias de las decisiones que tomo, porque realmente las consecuencias no serán tan transcendentales como para que no tengan solución, y si no la tienen, debo aprender a asumirlo, para poder llegar a conseguir que aumente mi autoestima, y a ser esa persona madura, independiente y autónoma como ya he comentado que deseo llegar a ser.

He de dejar de ser tan perfeccionista, he de dejar de dar tanta importancia a las cosas y a darles tantas vueltas y a preocuparme por todo, he de aprender a disfrutar un poco más la vida sin amargármela y estar siempre padeciendo por todo, y he de aprender a hacer del proceso de toma de decisiones algo más fácil de hacer de lo que lo hago, con lo que seré una persona más alegre y feliz. En definitiva, tengo que madurar.

El cordón umbilical

Algo común a las personas que padecen depresiones como yo he padecido, sobretodo antes de diagnosticarme el TOC y de que éste se agravara, y algo característico de mi patología en particular (no hablo del TOC sino de mi patología en conjunto y como persona en singular) se trata de la sobreprotección materna.

Mi madre ha sido toda la vida muy sobreprotectora, algo que no me ha beneficiado en absoluto pero que no es culpa suya, en esta cuestión no hay culpables, se trata de su forma de ser y en todo momento ha tratado de hacer lo mejor para mí y no de perjudicarme. Yo también tengo responsabilidad en el asunto porque en vez de cortar el cordón umbilical e intentar ser independiente cuando me correspondía por mi edad, me aproveché de esa circunstancia y lo estoy pagando con creces ahora en la actualidad.

Mi madre siempre me lo daba todo hecho, lo cual no es nada beneficioso para ningún hijo. Yo me acomodé y creyendo que era una ventaja, lo acepté. Por poner un ejemplo, cuando yo iba al instituto, mi madre me preparaba de buena mañana un vaso de leche y un bocadillo, pensando que si no lo hacía, yo tampoco lo haría y no me alimentaría. Lamentable error pues de no habérmelo preparado, yo sola me hubiera espabilado y hubiera terminado por hacerlo, pero por el contrario me acomodé como ya he dicho porque me venía de perlas tenerlo todo hecho. Por el contrario, mi hermano que es 5 años más pequeño que yo,
por la misma época le dijo un día que no se le ocurriera prepararle nada, que él bajaría a la panadería a comprar el pan y se haría el bocadillo, y por supuesto el vaso de leche. Mi hermano consciente o insconscientemente fué más sabio. No sé si fué porque era más maduro que yo (porque siempre ha sido muy maduro con respecto a la edad que ha tenido) o porque estaba aprendiendo del error que yo estaba cometiendo. El caso es que él supo cortar a tiempo el cordón umbilical y a ser una persona independiente y autónoma.

Mi madre siempre ha tenido y tendrá la costumbre de estar encima de mi hermano y de mí, bueno, de mi hermano no porque éste le supo parar los pies hace tiempo, pero por lo menos conmigo siempre tiende a estar encima de mí y a preocuparse demasiado de mis problemas. Yo tengo la responsabilidad de aprender a cortar ese maldito cordón umbilical y de saber frenarla en esta tendencia que ella tiene, para poder llegar a ser una persona independiente y autónoma, dueña de mis actos y de sus consecuencias, para bien o para mal. En definitiva, saber afrontar los problemas y obstáculos que van apareciendo en la vida y superarlos por mí misma, consiguiendo sentirme una persona que se vale por sí misma sin ayuda de nadie, lo cual nos da a todas las personas una gran autoestima y es un paso necesario para llegar a la plena madurez como personas.

En ello estoy. Espero llegar a conseguirlo porque deseo llegar a ser como ya he dicho una persona madura, independiente y autónoma, siendo capaz de valerme en la vida por mí misma. Además, es un paso necesario para mi rehabilitación, para poder conseguir pasar de vivir entre algodones en la residencia CEEM donde resido, a vivir la vida real, a poder conseguir llegar a vivir sola (mis padres por desgracia no van a vivir toda la vida). Ésta es por ahora una de mis metas principales.

martes, 12 de abril de 2011

Mi responsabilidad

Mi enfermedad como ya he comentado es un trastorno obsesivo compulsivo o TOC, que no lleva asociado ningún deterioro cognitivo como por desgracia sí ocurre en otras enfermedades mentales en que hay paranoias, delirios, alucinaciones, etc. y no se és consciente de la realidad, pero como hace tiempo me comentó mi psiquiatra del CEEM donde resido, para bien o para mal, el ser consciente de mi enfermedad (que tiempo y trabajo me ha costado llegar a entenderla con ayuda de profesionales) me hace responsable para esforzarme y conseguir ir superando mi enfermedad día a día. Este mensaje lo quiero hacer extensivo a todos los enfermos de TOC como yo para que os esforceis en superar vuestra enfermedad porque ésa es nuestra responsabilidad. Ánimo y manos a la obra, cuanto antes, mejor. Saludos.

viernes, 8 de abril de 2011

Infancia y adolescencia

Ya de pequeña mostraba indicios de obsesiones. Por ejemplo, con 6 años recuerdo que todos los días cuando volvía del colegio realizaba un ritual, y es que tenía miedo de que mi hermano de 1 año hubiera tocado algo de la casa y no estuviera en su sitio, así que me dedicaba a recorrer la casa, habitación por habitación para comprobar que todo estuviera en su sitio, peluches, cojines, enseres, etc. Este ritual se acabó por cansancio. Menos mal. Para mí era un suplicio.

También tenía la costumbre, no sé si esto es patológico o es parte de mi forma de ser, muy dada a contar siempre todo lo que me pasa a mis padres porque tengo mucha confianza con ellos, el caso es que cuando volvía del colegio con 6 años, me sentaba en mi sillita que tenía en la cocina y mientras mi madre cocinaba, yo le contaba todo lo que había hecho en el colegio ese día con pelos y señales. En este caso, mi madre estaba encantada de que yo compartiera mis experiencias con ella.

Con lo que siempre he tenido mucho cuidado ha sido en no mancharme, no lo soporto. Ya de pequeña evitaba jugar a ciertos juegos para evitar mancharme, y si por alguna circunstancia me manchaba, para mí era toda una tragedia. Actualmente sigo sin poder soportar una mancha en la ropa.

En la adolescencia me volví muy perfeccionista, y me preocupaba mucho por todo, por ejemplo en bachillerato, cuando salíamos al recreo, en vez de hablar de cosas triviales y divertidas como mis compañeros, siempre estaba confirmando con ellos las fechas de la entrega de trabajos y de exámenes en el instituto. En otros aspectos de la vida también me preocupaba mucho por todo, le daba excesiva importancia, me ahogaba en un vaso de agua, y de un grano de arena hacía una montaña. Esto me sigue pasando actualmente. Soy una persona negativa y pesimista, he de conseguir aprender a ser más optimista y a disfrutar más de la vida, a no ser tan "patidora" como decimos en valenciano.

En casa me volví controladora en un terreno que no era el mío sino el de mis padres. No dejaba a mi madre ir a solas a comprar objetos de decoración para la casa por miedo a que no tuviera gusto y comprara algo que no combinara con el resto de objetos que había en las habitaciones de la casa. A ella le disgustaba mucho ese control y que no le dejara libertad para hacer en su casa lo que quisiera.

En la adolescencia también tuve una larga época en que me dió por anotar todos los pensamientos que tenía y rellené libretas y libretas. Para mí se convirtió en un calvario que en cualquier sitio en que me encontrara me viniera un pensamiento a la cabeza y tener la necesidad de plasmarlo en papel aunque no lo tuviera a mano antes de que se me olvidara. Afortunadamente me pude deshacer de este ritual también por cansancio. En este ritual, desde entonces hasta la actualidad he tenido recaídas. Me gusta mucho escribir pero no de forma patológica.

También sufría mucho en otro aspecto, y era que cuando me venía una palabra a la mente, tenía que ir corriendo a anotarla porque si se me olvidaba, luego no podía quitármela de la cabeza y no podía dejar de tratar de recordarla, incapacitándome para poder hacer cualquier otra actividad hasta que me viniera de nuevo a la cabeza. Era toda una tortura.

Después de todo esto llegó la maldita acumulación, y es que le cojo apego a cualquier cosa que cae en mis manos y me es muy difícil desprenderme de ellas, con lo cual produzco una acumulación tal de cosas en mi habitación, que ha llegado tan lejos como para resultar incapacitante para llevar una vida normal, ya que por culpa de acumular objetos, que era algo que mis padres no entendían para nada, incluso nos costó mucho tiempo descubrir de que se trataba de una enfermedad (hasta que una psicóloga fué tan perspicaz de querer ir a mi casa, como he comentado en una ocasión anterior, y descubrir el verdadero diagnóstico de mi enfermedad, y explicárnosla a mí y a mi familia), mientras tanto siempre recuerdo discusiones y enfrentamientos en mi casa con mis padres debido a mi obsesión porque yo tenía una forma de actuar que no era normal y mis padres no comprendían. Actualmente sigo en lucha constante contra esta terrible enfermedad.

Bueno, como podéis ver, aparte de la acumulación, a lo largo de mi vida he tenido otra clase de obsesiones aunque no han sido tan graves como para incapacitarme para llevar una vida normal, algo que sí ha hecho la acumulación. Espero que poco a poco mi situación mejore, y logre dominar esta obsesión en vez de que ésta me domine a mí, para poder volver a llevar a cabo una vida lo más normalizada posible. En ello estoy trabajando día a día.

Espero y animo a quien padezca de mi misma enfermedad (o cualquier otra) a que siga luchando para su recuperación y que no tire nunca la toalla. Yo llevo mucho tiempo luchando y nunca he perdido la esperanza ni la perderé, de poder derrotar al monstruo.

Saludos.

miércoles, 6 de abril de 2011

Los renglones torcidos de Dios

Estoy cansada de la marginación a que nos tiene sometida la sociedad a los enfermos mentales. La gente nos tiene miedo o repugnancia, pero siempre nos margina.

Estoy cansada de las etiquetas que la sociedad nos pone a los enfermos mentales, muchas veces sin ni siquiera conocernos.

Estoy cansada de que los amigos desaparezcan en cuanto se enteran de que tienes una enfermedad mental.

Los enfermos mentales somos enfermos como cualquier otros, como un enfermo de diabetes, como un enfermo que tiene que ir a diálisis, como un enfermo del corazón, como un enfermo de cáncer......, somos enfermos sin más, pero cuando añades la palabra "mental", todo se fastidia, somos los parias de la sociedad , y yo personalmente no lo veo nada justo porque lo que me ha pasado a mí o a muchos de mis compañeros, le puede pasar a cualquiera en cualquier momento.

Por eso, yo creo que los que tenemos que empezar a romper tabúes somos los propios enfermos mentales y nuestros familiares, no tratando de esconder nuestra enfermedad y dándola a conocer sin nigún tipo de pudor, pero eso es muy difícil en una sociedad con tanto prejuicios.

Los "renglones torcidos de Dios" tenemos que luchar unidos porque se nos reconozca socialmente con los mismos derechos que cualquier otro ciudadano discapacitado o no.

No me gusta decir que "somos" enfermos mentales sino que somos personas que "tenemos" una enfermedad, y aparte de eso, somos muchas otras cosas más.

La familia

El  apoyo de nuestra familia es fundamental para poder superar nuestra enfermedad.

En mi caso, como supongo que en otros muchos, mi familia al principio y durante mucho tiempo, no comprendía mi enfermedad porque es muy difícil de entender que una persona que intelectualmente no está deteriorada, se comportara como yo me comportaba.

Tuvimos discusiones y enfrentamientos muy fuertes en casa porque no nos entendíamos, ellos no me entendían a mí y yo no entendía que no me entendieran. Esto provocó una situación de desbordamiento familiar, porque no solamente yo como enferma necesitaba ayuda sino que mis padres no sabían cómo tratarme y actuar conmigo, y también necesitaban ayuda.

Actualmente me encuentro ingresada en una residencia CEEM para seguir a cabo mi proceso de rehabilitación, pero me costó mucho asumir mi enfermedad y que mis padres la entendieran. En esto ha tenido mucho que ver la terapia psicológica privada que sigo desde hace tiempo en la que aparte de mí, acude mi familia, y nos ha ayudado a comprendernos mutuamente, a ponernos a unos en el sitio del otro y viceversa, por lo que actualmente estamos luchando conjuntamente contra la enfermedad, esfuerzo que debo agradecer muy de veras a mi familia (a mis padres y a mi hermano por su implicación, y a mi cuñada por el tiempo que tiene que pasar sin su marido ocupándose de los niños para que éste me pueda ayudar a mí).

Desgraciadamente, muchos de mis compañeros no tienen tanta suerte porque sus familiares tiran la toalla y los "aparcan" literalmente en la residencia sin luchar por su rehabilitación, bien porque no pueden, bien porque ya han perdido toda esperanza de recuperación.

Yo, humildemente, hago desde aquí un llamamiento a las familias que tengan en casa un familiar con problemas mentales y no sepan cómo actuar con él, que por favor no tiren nunca la toalla por el bien del enfermo, y de la familia al  fin y al cabo, y si la situación se les escapa de las manos y no saben qué hacer, que se pongan en manos de un profesional y pidan ayuda. Lo que sí, es totalmente necesario es que el enfermo aunque sea con ayuda del profesional, asuma su enfermedad y la acepte porque sino difílcilmente la podrá superar. Quien no quiere ayuda, nunca la aceptará. Nos tenéis que ayudar a comprender que tenemos una enfermedad y que seamos conscientes de ello, y ayudarnos sin desfallecer a luchar contra ella. 

Ya sé que es mucho pedir, pero si el enfermo en cuestión tuviera una enfermedad del corazón o un cáncer, estoy segura de que toda la familia lo entendería y se volcarían totalmente sin duda alguna en ayudarle. La sociedad debería poner más medios al alcance de los enfermos mentales y sus familias para proporcionarles herramientas en la lucha que seguimos adelante. Pienso que "los renglones torcidos de Dios" estamos un poco (bastante) olvidados (y marginados, pero ése ya es otro tema).

jueves, 31 de marzo de 2011

Inicio de la enfermedad

Paradojas de la vida, yo queria estudiar Psicologia y finalmente he acabado necesitando ayuda de un psicologo, aparte del psiquiatra.

Todo comenzo con depresiones porque tras unas excelentes notas en bachillerato, no pude asumir mi fracaso en la carrera de Ciencias Economicas que comence, y tras acudir al psiquiatra que me derivo a una psicologa, yo le dije que acudia a su consulta porque tenia recaidas en mi depresion y necesitaba su ayuda, ella me dijo que queria visitar mi casa. Yo pense que para que querria ir, pero alli hallo ella la respuesta. Cuando abrio la puerta de mi habitacion, se encontro con una habitacion desordenada, con pilas de papeles por todo el suelo, etc. y me dijo que ese era mi problema. Resulta que me diagnostico un trastorno obsesivo compulsivo por acumulacion. Me explico que yo le cogia mucho apego a las cosas y no sabia desprenderme de ellas. Desde entonces todavia estoy en ello. Paciencia. Mucha.

Si alguien tiene alguna enfermedad parecida podria compartir conmigo sus experiencias. Muchas gracias.

Hasta otro dia. Saludos.

martes, 29 de marzo de 2011

Fotos




Estas fotos las he bajado de internet porque me ha gustado la relajacion que transmiten y quiero compartirla con vosotros, espero que os gusten.






Presentacion

Este blog lo inicio con la idea de compartir mis experiencias con otras personas que padezcan mi misma enfermedad, o no, pero que esten interesadas en ella y poder intercambiar ideas y pensamientos.
Es tambien una forma de poder pensar en alto todo lo que pasa por mi mente y pasarlo por escrito para poder reflexionar.
Os invito a leer mi blog y a que me respondais para poder compartir ideas como he dicho. Muchas gracias.